Akrasia Inversa. Huckleberry Finn, Mark Twain. Análisis de Manuel Arias

Huckleberry Finn (Mark Twain)

EJEMPLO DE AKRASÍA INVERSA: Actuar en contra del mejor juicio porque ciertos sentimientos o la misma conciencia moral obstaculizan la decisión.

Una de sus aventuras más sonadas consiste en proteger al esclavo negro Jim y ayudarle a escapar. Así lo hace y después, mientras están los dos en la barca, a Huckleberry le remuerde, sin embargo, la conciencia. Como la mayoría de sus coetáneos, cree que ayudar a que un esclavo escape es robar. Pero eso está prohibido. También cree que hay que ayudar y ser fiel a los amigos. Ahora bien, esta lealtad ha de ser puesta en relación con cosas como el derecho a la propiedad. Y, ¿no es cierto que Miss Watson, la propietaria de Jim, goza de ese derecho respecto a éste? Huckleberry intenta encontrar una excusa para no delatar a Jim, pero tiene un capacidad de deliberación muy limitada en asuntos morales y no se le ocurre dudar de las creencias que compartes la sociedad en la que vive (y que formarían parte de lo que en aquella época se consideraría como “sentido común”). No encuentra ningún pretexto, “la conciencia me decía: “¿Qué te había hecho la pobre señorita Watson para que tú, sin decir ni una palabra, pudieras ver a su negro escaparse delante de tus narices? ¿Qué te hizo esa pobre vieja para que le devolvieras un trato tan mezquino?”. Tras dialogar consigo mismo de este modo llega a una conclusión: “aguarda un poco, aún no es demasiado tarde… A la primera luz, remo hasta la orilla y le denuncio” (Twain 1885/1998: 174-5). Sin embargo, cuando llega el momento Huckleberry se demuestra incapaz de hacer lo que había pensado y se culpa por ello, decidiendo que, a partir de ese momento, dejará de lado las consideraciones morales y actuará según las circunstancias.

Aunque la acción de Huck no sea moralmente perfecta (le sobran los remordimientos), haber escogido liberar al esclavo negro nos hace presumir que el corazón de Huck está intacto. (Siendo el corazón la sede del amor).1

Ortiz, E. (2008). «Pondus meum, amor meus». Amor e identidad personal en la obra de Harry G. Frankfurt. Liburna, 1, 123-142.

1 Tomado de Ortiz, E. (2008), págs. 128-9.

“HUCKLEBERRY FINN: un ejemplo de akrasía inversa”

 

Autor y obra

Eduardo Ortiz Llueca es Doctor en Filosofía, Profesor de Filosofía en la Universidad Católica de Valencia, conferenciante y autor de multitud de artículos y libros filosóficos. Su tesis doctoral giró en relación a “La teoría de la persona en la obra de Peter F. Strawson”. Entre sus artículos destacan “Antropología filosófica de la educación en un marco personalista”, “La comunicación mediada por ordenador desde una perspectiva personalista”, “Una propuesta filosófica desde el personalismo analítico strawsoniano”, “Internismo y razones para actuar. Una revisión de la filosofía del amor de Harry G. Frankfurt”, “Más acá del humanismo. Sobre un estudio reciente acerca de la filosofía de Ernst Tugendhat”, “Sentimientos morales, amor y libertad. Un examen de la propuesta compatibilista de Peter F. Strawson”, “Bioética personalista y bioética utilitarista”, “Acerca de la relación ética y bioética”, “Religión y cultura. El papel de la religión en la configuración de la identidad cultural”, “Los límites de la bioética consecuencialista. Un análisis de la propuesta de Peter Singer”, “Pondus Meum, Amor Meus»: Amor e identidad personal en la obra de Harry G. Frankfurt”, “Bienes básicos y relaciones interpersonales: respuesta al profesor Oderberg”, “Sobre la felicidad”, “El personalismo de las «Fides et ratio», “Metafísica escatológica y esperanza ante la muerte en E. Bloch”, “Un seminario sobre derechos humanos, derecho humanitario y seguridad del estado” entre otros; es autor de varios libros y codirector de varias tesis doctorales. 

El texto que analizamos sobre Huckleberry Finn, de Mark Twain pertenece a su artículo “Pondus Meum, Amor Meus»: Amor e identidad personal en la obra de Harry G. Frankfurt”. “Pondus Meum, Amor Meus” (Mi amor es mi peso) constituye una máxima agustiniana que nos coloca de lleno en la tercera crítica al sociologismo: actuar en conciencia con su raíz en el amor en el seno de las relaciones interpersonales. Para Ortiz, “El amor desempeña un papel central en nuestras vidas” de suerte que, añade “El caso es que, tal y como yo lo veo, es precisamente al amor al que hay que atribuir —mejor, reconocer— la primacía en la psicología moral de los agentes humanos”. Para Ortiz, siguiendo a Frankfurt, el amor desempeñaría una auténtica primacía en el ámbito de la psicología moral social, y aunque la literatura también tendría un papel relevante en la educación moral (Nussbaum) “al alimentar, entre otras cosas, nuestra capacidad de ponernos en el lugar de otro (Jollimore & Barrios 2006: 379) o de razonar en asuntos morales”, sin embargo el amor aparecería en la cúspide. Para Ortiz, desde la perspectiva de las propias intuiciones más primitivas “avaladas por la experiencia común de la humanidad” se puede percibir “el papel definitivo que el amor —nuestros amores— desempeñan en nuestras vidas”, criticando el que la filosofía contemporánea no haya sido capaz de reconocer al amor ese papel preponderante en el seno de las relaciones interpersonales.

Desde luego que es cierto que tanto los deseos como las creencias con origen social juegan un papel importante en nuestras acciones y decisiones, pero no es menos cierto que el amor y la conciencia presentan mayor peso en nuestro actuar. En efecto, las personas presentan una innegable complejidad en su psicología moral y buena prueba de ello lo constituyen los supuestos de akrasía invertida o al revés, en los que, como señala Ortiz “el agente actúa bien ¡en contra de su mejor juicio!”. Este es precisamente el caso de Huckleberry Finn de Mark Twain.

En el texto que se nos expone vemos como Huckleberry protege al esclavo negro Jim y le ayuda a escapar, pero después, mientras están los dos en la barca, a Huckleberry le remuerde la conciencia. En su época cree que ayudar a que un esclavo escape es robar, lo que está prohibido, pero es que además es amigo de su dueña y le debe lealtad, por lo que estaría mal, moralmente, traicionarla y permitir o facilitar que su propiedad (Jim) escapase. La verdad es que a Huck se le plantea un arduo dilema moral. Por una parte están las creencias que le vienen dadas socialmente (permitir que Jim escape es ilegal y además perjudicial para una amiga, lo que perjudicaba su conciencia) pero por otra parte permitir la esclavitud de Jim también le parecía contrario a su conciencia. De hecho, una vez suscitado su debate interior decide finalmente denunciar a Jim cuando abriese el día, pero llegado el momento “Huckleberry se muestra incapaz de hacer lo que ha pensado y se culpa por ello, decidiendo que, a partir de ese momento, dejará de lado las consideraciones morales y actuará según las circunstancias”. 

En el caso de Huckleberry Finn, su decisión no fue moralmente perfecta, por cuanto le quedaron remordimientos, lo que significa que actuó contra su conciencia construida sobre creencias sociales, sin embargo su decisión nos demuestra que primó en éste el corazón y el amor ínsito en el mismo. Como señala Ortiz “según la sabiduría (o la psicología) popular, el corazón es la sede del amor, de nuestros amores”, y precisamente “si de algo nos quiere convencer últimamente Harry Frankfurt, es justo de la decisiva relevancia del amor en nuestras vidas”.

El caso de Huckleberry Finn nos muestra un supuesto de akrasía inversa acuñado por Arpaly2, un caso en el que Huck actúa contra el mejor juicio porque la conciencia moral y el amor obstaculizan su decisión. Una adecuada jerarquía de amores (ordo amoris) interpersonales lleva a Huck a priorizar su decisión antes que la de respetar las creencias sociales o los derechos de su también amiga Miss Watson. Existen otros famosos ejemplos de akrasía inversa que han sido estudiados por la filosofía, por ejemplo el relativo al ministro de propaganda nazi Joseph  Göbbels,  como señala LLOBERA “quien,  en  momentos  de  debilidad,  ayuda  a  escapar  a  algunos  judíos  de  la  tortura  nazi;  y  el  ejemplo  citado por Aristóteles, el caso de Neoptólemo, quien es persuadido por Ulises para mentir a Filoctetes con el fin de llevarse su arco, pero compadeciéndose de él abandona el plan3.   

Huckleberry no sólo posee una conciencia moral social, no sólo tiene en su cabeza lo que la sociedad le ha inculcado. Los criterios morales, para él, tras un arduo debate interior, no son sólo los que ha impuesto la conciencia o moral social sino que existe algo más en su interior. Huckleberry no sólo presenta un rol de pasividad moral sino que tiene forjada en su interior una reflexión moral activa. Para él no sólo es legítimo lo que la sociedad ha establecido, sino que rebuscando en su interior ha tomado primacía lo que su corazón le ha dictaminado.  Huck encontró en su interior una intuición moral, una justicia natural y una primacía del amor que determinó finalmente su actitud pese a su previa decisión. Su primera decisión fue tomada en base a la moral social, pero la que finalmente adoptó estuvo determinada por su conciencia interior y por su amor, que primaron sobre la mera creencia social. La conciencia interior de Huckleberry estaba bien formada otorgando primacía a la persona de Jim, y a sus valores consustanciales como tal persona, antes que a la concepción de éste como mero objeto susceptible de ser propiedad de alguien. En Huck primó la justicia natural y amor en las relaciones interpersonales antes que otros criterios secundarios pese a que socialmente pugnaran con su conciencia interior. En Huck, en definitiva, primó el bien pese a los condicionamientos sociales y ello tuvo lugar merced a su libertad y a su adecuado ordo amoris.  El caso de Huck nos demuestra que hay que ser crítico con lo que socialmente se haya establecido como dogma, no puede darse nada por absoluto, sino que hay que escuchar siempre al interior, y al buen criterio de la justicia natural.   

Lo expresa de forma extraordinariamente clara el profesor Ortiz cuando dice: “¿Qué decir de todo esto?, ¿ha obrado bien Huckleberry o no? Sin duda, ayudar a que Jim huya de su “dueña”, es una acción moralmente buena. Además, lo que Huckleberry Finn llama “conciencia”, no es sino la presión que ejercen sobre él las creencias compartidas por la mayoría de la sociedad. Su conciencia (moral) ha vencido a (lo que él llama) “conciencia”. El corazón de Huckleberry aún está intacto. La acción no es, sin embargo, moralmente perfecta. Le sobran los remordimientos. ¿Hasta dónde puede resistir la conciencia moral la presión de la conciencia social? Reconozcámoslo: es muy difícil levantarse por encima del paisaje cognitivo del momento histórico y de la sociedad en que uno vive y enfrentarse a él. El poder y la costumbre suelen tolerar mal estas actitudes. Pero he dicho “muy difícil”, no imposible: pensemos en Jesucristo y en los que, siguiendo sus huellas, han opuesto resistencia a la inercia de su época, pensemos en Sócrates, pensemos en los alemanes que formaban parte del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial y se opusieron a las órdenes sanguinarias de sus oficiales. Las muestras de ejemplaridad epistémica y moral a lo largo de la historia no son pocas. Y aunque lo fueran, merecerían nuestra máxima atención. No he de justificar ante una audiencia como ésta el por qué. Estoy seguro. Ahora bien, ¿cómo la podemos alcanzar hoy nosotros?, ¿cómo podemos seguir esos ejemplos y engrosar las filas de esa parte de la humanidad que, cuando la contemplamos, consigue que no sucumbamos a la tentación del desaliento y la desesperanza?4

2Como señala LLOBERA TRIAS, tradicionalmente se ha considerado como un acto akrático aquel que es moralmente peor que el acto que el sujeto decidió realizar en primer término, surgiendo el concepto de akrasía inversa para aquéllos supuestos en los que  el acto akrático es moralmente mejor que el acto que el agente  había  decidido  realizar  previamente. En el caso analizado, el acto akrático realizado por Huck de permitir la liberación de Jim es moralmente mejor que su previa decisión de denunciarlo al comenzar el día. LLOBERA TRIAS, I.:  Akrasía inversa genuina de la primera persona, Op.cit., p. 61.

3 LLOBERA TRIAS, I.: Op.cit., p. 63.

4 ORTIZ LLUECA, E.: Patologías de la razón, disponible en http://www.asociacioneuc.org/documentos/docsEUCs/50EUCPatologiasdelaRazon.pdf

Bibliografía

LLOBERA TRIAS, I.: Akrasía inversa genuina de la primera persona, Universidad de Barcelona, disponible en  https://revistas.comillas.edu/index.php/pensamiento/article/view/7835/7625

MARTINEZ MARES, S.: Sociologismo y críticas al sociologismo, Debates y tendencias de la filosofía moral, texto dinámico, Universidad Católica de Valencia.

ORTIZ LLUECA, E.: “Pondus Meum, Amor Meus”: Amor e identidad personal en la obra de Harry G. Frankfurt”,Liburna, ISSN 1889-1128, Nº. 1, 2008, págs. 123-142, disponible en Dialnet, publicaciones disponibles en https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=2477670

ORTIZ LLUECA, E.: Patologías de la razón, 50 ENCUENTRO UNIVERSITARIOS CATÓLICOS, De la Fe a la Razón, Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir”, Valencia, 11 al 14 octubre 2007, disponible en http://www.asociacioneuc.org/documentos/docsEUCs/50EUCPatologiasdelaRazon.pdf

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